martes, 17 de mayo de 2016

Guernica: bombardeo, propaganda y víctimas.

Para aproximarnos a lo sucedido en Guernica, guardando una prudente distancia con la propaganda de los bandos contendientes, no estaría de más recordar que desde el comienzo de las hostilidades los dos bandos habían realizado bombardeos indiscriminados sobre poblaciones. 
Ante la sublevación del Ejército de Marruecos, la fuerza aérea y la Marina de guerra bajo el mando del Gobierno de la República, en los primeros días del conflicto, atacó objetivos civiles en el Protectorado marroquí, con el consiguiente enojo de la población que las autoridades militares supieron aprovechar en su beneficio. Estos ataques continuaron, y tras una serie de bombardeos navales sobre algunas ciudades costeras andaluzas y marroquíes, el periódico "Política", órgano de difusión de Izquierda Republicana (el partido fundado por Azaña), se vanagloriaba de haberlas dejado «inundadas de hierro y fuego».
En los meses siguientes se llevaron a cabo nuevos bombardeos. La aviación del bando nacional sobre Madrid y Cartagena, y la fuerza aérea republicana sobre Salamanca y Burgos. Gracias a la imprecisión y al escaso número de bombas que llevaban los pocos aviones participantes, ninguno de estos ataques puede definirse como devastador. 

En comparación con la Segunda Guerra Mundial hay que señalar que los bandos contendientes en la Guerra Civil no disponían de bombarderos pesados con los que realizar bombardeos estratégicos.
La Luftwaffe carecía tanto de planes como de preparación para realizarlos, como se comprobó posteriormente cuando perdió la batalla de Inglaterra. Además sus primeros aviones ni siquiera eran verdaderos bombarderos, sino aparatos de transporte a los que añadían las bombas que se arrojaban. Y ni Durango, ni Guernica eran objetivos de un bombardeo estratégico, lo que sin embargo sí era Bilbao que apenas resultó afectada. Durango y Guernica fueron bombardeadas porque constituían la retaguardia del frente de Vizcaya.
En el bando republicano quienes sí tenían planes para llevar a cabo bombardeos estratégicos eran los soviéticos, que estaban organizando una gran flota de bombarderos cuatrimotores, que resultaron ser demasiado lentos y obsoletos para la Segunda Guerra Mundial, aunque a Stalin no le pareció necesario enviarlos a España, ya que no tenía mucho sentido utilizarlos en ese conflicto.
Los peores ataques fueron los que la aviación del bando nacional realizó contra Madrid, que ocasionaron cientos de víctimas, aunque la superioridad aérea republicana los limitó a unos ataques nocturnos que pronto llegarían a su fin. Franco canceló cualquier otra incursión aérea contra objetivos exclusivamente civiles, para reducir la pérdida de vidas y la destrucción económica.

Hecha la introducción vayamos sobre la más famosa y publicitada acción bélica de la Guerra Civil española: el bombardeo de Guernica; que fue la mayor destrucción sufrida por cualquier ciudad en la guerra, a excepción de Belchite, asolado por los combates terrestres.
Guernica tenía unos 5.000 habitantes. La mayoría de sus edificios acabaron consumidos por el fuego y la prensa internacional la calificó de atrocidad planeada y sin precedentes, de destrucción deliberada de un pequeño centro civil de gran significado histórico. Esta campaña publicitaria no la iniciaron ni los republicanos ni el Komintern, sino el corresponsal británico George L. Steer, convencido antialemán, que pretendía motivar a su Gobierno a rearmarse contra Alemania. El bombardeo no tardó en convertirse en un grave motivo de vergüenza para el bando nacional, que negó haber tenido responsabilidad afirmando que los incendios habían sido provocados por la FAI-CNT, como ya había hecho al retirarse de otras ciudades anteriormente. La indignación general llegó incluso a irritar a Hitler, quien insistió en que el Gobierno insurgente exonerase a los participantes alemanes de cualquier responsabilidad.
El nombre de Guernica quedaría, en el subconsciente colectivo, como icono del horror con el gran cuadro que Picasso presentó en la Exposición Mundial de París de 1937.

Lo que ocurrió en Guernica apenas puede considerarse único y debe circunscribirse a una cierta autonomía de la Legión Cóndor en los primeros meses de la guerra.
En enero de 1937 se había restringido la fijación de objetivos desde que el general Hugo Sperrle, jefe de la Legión Cóndor, había solicitado el permiso de Franco para llevar a cabo un ataque vengativo contra Bilbao, dado que algunos ciudadanos, enfurecidos, habían golpeado hasta la muerte a un piloto alemán que había tenido que saltar en paracaídas. Franco, sin embargo, quería evitar daños innecesarios en el País Vasco, y esperaba que el PNV se desmarcara de sus aliados revolucionarios. Así el 10 de enero había ordenado al jefe de su fuerza aérea, el general Kindelán, que dejase claro a Sperrle que no iba a haber más ataques aéreos sobre ninguna ciudad sin su aprobación personal; aunque Guernica, estando como estaba tan cerca del frente, pudo haber escapado a esta prohibición. No se ha podido aclarar el nivel de conocimiento y de aprobación en esta operación, aunque parece de sentido común que al menos tuvo que contar con el visto bueno de Mola.
Quedaba establecido que solo los centros militares, o de apoyo estratégico militar, podían ser objetivo de los bombardeos, pero quedaban incluidas las poblaciones próximas a los frentes que servían de apoyo a las operaciones de combate. Es por ello por lo que Durango, importante eje de comunicaciones y transporte, fue bombardeada al principio de la campaña, con el resultado de más de 200 civiles muertos.

Ahora bien, Guernica fue seleccionada como objetivo por el teniente coronel Wolfram von Richtofen (primo del famoso aviador Barón Rojo de la Primera Guerra Mundial), jefe del estado mayor de la Legión Cóndor, y se hizo por varias razones: concentración de tropas, allí había varios batallones de infantería y ubicación de fábricas de armas; además se encontraba cerca del frente (cuando se atacó Guernica el 26 de abril, el frente ya sólo se encontraba a unos diez kilómetros) y conectaba con la principal línea defensiva vasca mediante un puente por el que los defensores podrían retirarse. Richthofen pretendía destruir el cruce principal para bloquear los movimientos de las tropas republicanas. Pero la operación aérea en sí fue inútil, porque no estuvo coordinada con la operación terrestre de Mola. No se sabe cuáles fueron los objetivos precisos especificados en la orden de bombardear Guernica, no obstante el empleo de bombas incendiarias indica que se actuó contra toda la ciudad, no solo contra su puente estratégico.

En los registros alemanes que se conocen aparece que pequeñas oleadas compuestas por bombarderos de tamaño medio (19 Junkers 52, 2 Heinkel 111, 1 Dornier y 3 Savoia-Marchetti italianos) estuvieron atacando la ciudad y su puente, que apenas fue dañado debido al escaso nivel de precisión que se tenía entonces. Cada avión realizó un solo vuelo y se arrojaron 28 toneladas de bombas; una operación poco importante que igualó a la que había tenido lugar en Durango el mes anterior y que ya hemos mencionado.
Adolf Galland fue Comandante de la Aviación de caza alemana, estuvo en España encuadrado en la Legión Cóndor y en sus memorias no se olvida de Gernica. Aunque no participó en la misión, dice textualmente: ". . . el ataque se verificó bajo malas condiciones de visibilidad, con aparatos de puntería primitivos. Al disiparse las columnas de humo de las bombas arrojadas por las escuadrillas se comprobó que el puente (que era el único objetivo) había quedado indemne, pero que en cambio una localidad situada a su lado había sufrido considerables daños, . . . esto era motivo de abatimiento entre las filas de la Legión." 
Guernica, sin embargo, tenía muchas construcciones de madera y las bombas incendiarias (parecidas a las que se hacían en una de sus fábricas) originaron un incendio que se propagó sin obstáculo ya que los bomberos de Bilbao tardaron horas en llegar y cuando lo hicieron no pudieron controlarlo. Además, uno de los siete refugios antiaéreos fue alcanzado por el impacto directo de una de las bombas arrojadas. Sorprendentemente, el fuego no afectó al histórico roble foral.

Aunque el objetivo del ataque era causar todo el daño posible, no hay evidencias de que se tratase de un bombardeo experimental o con objetivos políticos. Su pretensión era cortar la retirada con una operación bastante usual. Incluso, en un principio, la prensa bilbaína no se hizo eco de las exageraciones aparecidas en la prensa internacional, que recogía una especie de bombardeo de terror sobre una población civil, sin objetivo militar alguno, que ocasionó un número de muertos que se multiplicó sin fundamento. De este modo Guernica se convirtió en el estandarte de una formidable campaña para los republicanos y la Internacional Socialista, que ya había comprendido que los bombardeos aéreos eran el arma más eficaz de agitación y propaganda contra el enemigo.
Servido el escándalo, el bando nacional se equivocó negándose a admitir lo sucedido. Abochornados intentaron eludir toda responsabilidad, negaron incluso que el bombardeo se hubiera producido, afirmando que los incendios habían sido provocados por los anarquistas que en su retirada habían hecho lo mismo que en Irún en septiembre de 1936. Y el intento de encubrimiento fue perjudicial. Como vimos Hitler se irritó ante el escándalo e insistió, a Franco, en que la Legión Cóndor debía ser exculpada de toda responsabilidad. 
Pero Franco se mantuvo en su posición y ordenó a Kindelán que le enviara al comandante Richtofen el siguiente mensaje:
"Por indicación del Generalísimo participo a V. E. que no deberá ser bombardeada ninguna población abierta y sin tropas o industrias militares sin orden expresa del Generalísimo o del General Jefe del Aire. Quedan exceptuados naturalmente los objetivos tácticos inmediatos del campo de batalla."

Tras los acontecimientos de Guernica, los únicos ataques a zonas residenciales fueron los tres sobre Barcelona en 1938, protagonizados por aviones italianos a las órdenes directas de Mussolini. Esta fue la única ocasión en la que, para enfado de Franco, el Duce intervino personalmente en el curso de las operaciones que sus "voluntarios" desarrollaban en España.
Con la experiencia adquirida con la Legión Cóndor, la Luftwaffe aprendió cómo mejorar sus técnicas de combate, como también lo hizo la aviación soviética, aunque durante el conflicto no se produjo ningún bombardeo estratégico que mereciese tal denominación. Se bombardearon algunas ciudades, pero siempre a pequeña escala, nada comparable a lo que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial. En España un ataque grande suponía un centenar de víctimas mortales. Nada que ver con las masacres que tendrían lugar en Europa pocos años después

Los estudios de Salas Larrazabal concluyen que Guernica tenía interés militar. Aunque la propaganda de izquierdas ha insistido en que se trataba de una población indefensa y carente de dicho interés, lo cierto es que la villa lo tenía porque era un nudo de comunicaciones, por su fábrica de armas y cuarteles, y porque su toma inmediata habría permitido pinzar a unidades del Ejército republicano; lo que habría precipitado el final de la campaña en Vizcaya.
El historiador español contradice las informaciones periodísticas de Hemingway, Orwell, Saint-Exupéry, o John Dos Passos que no dudaron en reproducir informaciones imposibles, sin contrastar, como los ametrallamientos sobre civiles, la supuesta duración de tres horas o la destrucción de la mitad de los edificios. 
Según el historiador británico Herberth Southworth, el ataque aéreo no pudo durar tres horas, según indica la propaganda republicana, puesto que los aviones que intervinieron no tenían tanta autonomía de vuelo.

El titular que The New York Times daba sobre el bombardeo rezaba así: "Histórica ciudad vasca destruida, aviones rebeldes ametrallan a civiles". Algo imposible porque las calles de Guernica no tenían ni la anchura ni la longitud necesarias para ello.

Algunos estudiosos del bombardeo de Guernica, como Paul Preston, han usado los documentos que la propaganda puso en circulación. Uno de ellos cuenta que era día de mercado, que se bombardeó el recinto, aunque este apenas sufrió daños y que el bombardeo se produjo más de dos horas después del cierre de los puestos.

La asociación local Gernikazarra Historia Taldea, fundada en 1985, se ha dedicado a documentar el bombardeo y en 2012 sus miembros declararon que situaban el número de fallecidos en 153.

Aunque quizá guste más la versión del Gobierno Bolivariano de Venezuela, que es un copia y pega muy extendido por la red y cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia: 

5 comentarios:

  1. Muy buen artículo, bien documentado y se ve que el autor busca explicar lo realmente sucedido.
    Pero esto que acabo de decir es un matiz que solamente pueden ver aquellos que simplemente buscan la verdad con objetividad y visión crítica. Para todos los demás que se vean la versión Bolivariana no merecen otra cosa

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  2. Muy buen artículo, bien documentado y se ve que el autor busca explicar lo realmente sucedido.
    Pero esto que acabo de decir es un matiz que solamente pueden ver aquellos que simplemente buscan la verdad con objetividad y visión crítica. Para todos los demás que se vean la versión Bolivariana no merecen otra cosa

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  3. hay quién intenta, mintiendo, cambiar la historia. U olvidando las sacas, las chekas, Paracuellos, la quema de conventos, la persecución de los religiosos, etc.
    Me parece una aportación interesante para que no nos dejemos engatusar por las mentiras imperantes. Así se hace frente, de verdad, a estas burdas manipulaciones de la historia. Como la izquierda revolucionaria no tiene nada en su haber en la historia de la humanidad, tiene que enturbiar la historia, empozoñar y envenenar la convivencia. La verdad es el mejor antídoto contra la dictadura de lo políticamente correcto.

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  4. Muy buen artículo. Escrito con amenidad periodística y rigor histórico.

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