martes, 23 de julio de 2019

CHERNOBYL. Por Małgorzata Wołczyk.

Si les interesa el punto de vista de alguien que sobrevivió al desastre de Chernobyl tras el telón de acero, que estaba viviendo a tan solo 550 km de la central nuclear (es una distancia igual a la que hay entre Madrid y Santiago de Compostela), préstenme un poco de atención, por favor. 
Yo era entonces una alumna de la escuela primaria en Krasnystaw, acostumbrada a que había que vivir en un mundo construido totalmente de mentiras. Mi familia había sufrido mucho por los comunistas soviéticos, pero en mi escuela siguieron diciéndome que el comunismo era un sistema ideal y que Polonia nunca tuvo mejores amigos que los liberadores de la URSS. Me lo tomaba como un cuent
o de hadas (de hadas muy locas) pero con cara seria, para no revelar lo que ya sabía, lo que solía contarme mi abuela, ex prisionera del Gulag. Sus lágrimas y la tos eterna (sobrevivió, pero con un agujero en el pulmón) no tenían nada que ver con la visión de felicidad que me ofrecían la escuela, la televisión y los libros escolares. Además, siendo una niña viví el estado de la ley marcial en Polonia viendo los tanques en las calles, observaba de cerca la desesperación de la gente y escuchaba sus conversaciones sobre las tragedias humanas. Estaba acostumbrada a crecer en la creencia de que la muerte siempre viene del Este, tal era el destino de los polacos de al menos dos siglos.
Recordando el accidente en Chernobyl, me parece que entre los polacos bastante sensatos nadie estaba sorprendido. Estábamos acostumbrados a que la única cosa que podía ofrecer URSS era la destrucción, el sufrimiento y una gran selección de mentiras, aunque los rusos seguían presentándose como un "Gran Hermano" de Polonia. Fueron los suecos (nada de hermanos) quienes nos advirtieron de que el aire había sido contaminado y nuestra estación polaca de medición de la contaminación atmosférica anotó el 28 del abril de 1986 que la radiación nuclear en el aire era... 500 000 veces mayor a la habitual, pero los rusos se negaron a decirnos la verdad y continuaban el bloqueo de la información: habría que esperar hasta 3 días para enterarse por las fuentes oficiales de que algo había salido mal en el Reino de Bienestar Ruso.
El Gobierno polaco, obediente a las órdenes de Moscú, tampoco informaba a su ciudadanía. Como siempre, era un régimen tan corrupto que ante todo aquellos que tenían sus amigos y contactos en él podían disfrutar de buena salud. Gracias al médico, un amigo de mis padres que nos regaló la solución de Lugol (yodo), quizá yo no sufro hoy la enfermedad de tiroides que sufre (OS JURO) 2 de cada 4 de mis conocidas o amigas. Ese medicamento se lo empezaron a dar en Polonia a los niños menores de 17 años alrededor del 30 abril o mucho más tarde, como ocurrió en mi ciudad y con la condición de un chantaje: si vienes a participar en el desfile del 1 de Mayo (adorar al comunismo y al Partido Obrero Polaco) te van a proporcionar la solución de Lugol. Es decir, que en aquel tiempo a los niños del lejano Frankfurt se les había prohibido salir fuera de casa debido a la radiación, pero yo, una niña a 40 km de la frontera soviética, tuve que marchar en un desfile (lo que siempre duraba más de 5 horas) para obtener el medicamento (que por suerte tomé unos días antes en mi casa). Además de que la negativa a participar en desfile llevaba siempre a un castigo en la escuela. Probablemente así era en todos los países del bloque comunista. Daba igual lo que pasara con la salud del pueblo, lo que importaba era admirar el comunismo y a sus geniales fundadores.
Acabo de ver la serie "Chernobyl" y tengo que confesar que me encantó por varios motivos, aunque al mismo tiempo han surgido los malos recuerdos. Así que cuando leo la columna de Juan Manuel de Prada titulada “Chernobil”, mi irritación podría activar un nuevo reactor nuclear. ¿Qué es lo que sabe este eminente sabio de las antípodas de Europa Occidental, que pasó la mayor parte de su vida en una biblioteca, sobre lo que pasaba en los 80 en la Unión Soviética y en sus países satélites? ¿Está indignado por el "feísmo" de aquel mundo presentado en la serie, y no puede creer en "los personajes (tanto masculinos como femeninos) con una facha realmente horrenda"? Pero el mundo era precisamente así incluso en Polonia y qué decir en URSS (ejem, un mundo más asiático). Aún más, les juro que han embellecido aquel mundo, ya que era algo normal y habitual que la gente no tuviera dientes o que los tuviese de oro y plata (un fenómeno muy de moda entre la gente del Este de aquel tiempo). ¿Alguien de ustedes ha visto a unas mujeres que tenían casi todos los dientes de plata, salvo tan solo 2 o 4 suyos en frente? Yo sí, viajando por Ucrania en 1988. ¿Un hombre promedio inmerso en un mundo carente de los productos absolutamente básicos, pero abundante en vodka y cigarrillos, aquel hombre de verdad tenía la posibilidad de ser guapo?
"Pero lo cierto es que cuando se produjo la catástrofe de Chernobil el sistema soviético ya estaba siendo desmantelado", dice de Prada. Vaya, ¿cómo pudo saber eso si el último tanque ruso abandono mi país 7 años después de Chernobil? Y otra perla del pensamiento: "como si las burocracias del "mundo libre" actuasen de un modo distinto"... Ah, seguro: ¿alguien me puede recordar los campos de detención para disidentes y periodistas desobedientes, algún Gulag del liberalismo? ¿Y también los hospitales psiquiátricos estaban llenos de gente que eligió decir la verdad en vez de mentir? ¿Cuántas checas había creado el mundo liberal? Que el actual sistema de democracia liberal tiene muchos defectos- sin duda, que las elites de izquierda lo han hecho casi insoportable- está claro, pero CUIDADO con las comparaciones. El antropólogo ruso W.W. Boczarow hizo el análisis comparando la cultura política de Rusia con la cultura política europea. En esta primera autoridad, el poder siempre se asocia con la violencia incluso contra su propio pueblo. Según Boczarow es algo muy típico en Rusia a lo largo de los siglos, es la autoridad legítima del "padre" del pueblo (el zar o el presidente). Y es por eso que vuestro Gran Mente no es capaz entender algunas cosas del mundo de Este aunque pretende conocer todo.
Podría decir al señor de Prada cuántos libros leí no en un sillón como los niños del mundo capitalista, tan odiado por de Prada, sino haciendo cada día sin éxito una cola durante unas horas por un “producto de lujo” que no se podía conquistar en absoluto: un papel higiénico (y qué decir de cosas como un jamón o chocolate, un sueño imposible). Los adultos cazaban la comida, sus hijos cazaban los productos de menor importancia. ¿De verdad se puede comparar con "el mundo capitalista" el que nosotros los polacos estábamos viendo a veces en estado de shock en nuestra televisión o en catálogos de productos que circulaban entre las personas como algo imposible, de verdad nuestros mundos no diferían tanto? ¿Qué sabe don "Sabelotodo" sobre el mundo de Europa del Este inmerso en el luto, en la desesperación, en la resignación, y por fin en el alcoholismo que arruinaba la vida de la mayoría de las familias?
Y es por eso que la serie me parece absolutamente genial precisamente por la “recreación magistral” en la que no cree el escritor de Zamora (una ciudad un poco más lejana del mundo presentado en la serie que las ciudades en las que yo vivía: Kransystaw y Lublin). Y lo que es digno de mayor elogio es justamente el papel FUNDAMENTAL de la mentira, ya que toda la realidad estaba tejida detalladamente de mentiras grandes y pequeñas. Desde la mañana hasta la tarde te estaban mintiendo: que no hubo ningún Katyń, que no hubo ningún genocidio de los polacos por parte de los sovieticos, que el Partido Obrero ama a los chicos y por eso no les ofrecía la comida ni la fruta envenenada por el imperialismo de Occidente. Pues, en el caso de mi familia, la mentira de Chernobyl tuvo otro episodio más, pero eso se lo contaré la próxima vez.
P.D.: Saludos especiales para todos telespectadores del canal Russia Today, el canal de propaganda del presidente Putin el que sigue repitiendo de que “La caída de la URSS fue la mayor catástrofe del siglo XX”.

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